Tuesday, May 4, 2010

Arte Apócrifo: J. Torrazo y el origen del arte terminal

Hasta hace poco hablar del arte de Jaqueline Torrazo no creaba las controversias que crea hoy en día. Su nombre se ha convertido en sinónimo de lo inmoral para unos y genialidad para otros. Incluso me atreveré a decir que el radical cambio de imagen por el que ha pasado, tanto la artista como sus obras, no tiene precedentes y todo se resume en un solo momento, un solo evento que colocará a la joven española de apenas 27 años en los libros de historia del arte y que al mismo tiempo la colocó en las portadas de las revistas amarillistas. Su carrera artística estaba comenzando a elevarse con impresionante rapidez. Muchos críticos de arte le prestaban especial atención a J. Torrazo (como solía firmar sus obras) y se mantenían al pendiente de “qué demonios hará a continuación”. En su momento fue una de las artistas plásticas emergentes más prometedoras pero lamentablemente su obra culminó con su suicidio, que de manera simultánea le otorgó al mundo y a la hisoria del arte una pieza sin antecedentes y única en su género.
Antes de hablar de la obra medular de este ensayo, es necesario poner en perspectiva la imagen de la artista Jaqueline Torrazo y explicar un poco de quién fue. La joven Jaqueline nació en Barcelona en el mes de abril del año 1993, hija del arquitecto Manuel Torrazo y la intérprete Julia Oms. Estudió ilustración y artes aplicadas a la escultura en la Escuela de Arte y Superior de Diseño Llotja, ahí mismo en Barcelona. Consigió una beca completa para realizar su maestria en la Universidad de Arte y Diseño de Helsikni. Muchos de sus maestros hablaban de lo talentosa que era Jaqueline Torrazo y de lo aplicada que era cuando se trataba de sus estudios. Su excelencia académica le permitió ganar el primer lugar en la convocatoria de arte ecológico Espoo, realizada en la ciudad del mismo nombre al sur de Helsinki, donde presentó una de sus primeras pinturas titulada Escala ascendente . Podría considerarse que fue a partir de este evento que su carrera como joven artista comenzaba a dar sus primeros pasos hacia la grandeza artística. No tardó mucho en adentrarse al mundo de los performances y las instalaciones, aunque para todos , incluso para ella, su fuerte eran las artes plásticas. Dos de sus trabajos más importantes fueron dos exposiciones: una en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago y otra en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid. Ambas exposiciones se llevaron a cabo un año después de haber ganado el primer lugar de la convocatoria Espoo y le otorgaron una mayor atención por parte de los criticos y coleccionistas de arte a lo largo de Europa y Estados Unidos. Para Jaqueline Torrazo siempre fue importante vivir la expresión artística, tanto de sus obras como las de otros, al máximo. Ella siempre mantuvo al arte en un pedestal, por encima de todo. Muchos acusaron su comportamiento como obsesivo y compulsivo, sobre todo sus ex compañeros de aula, quienes eran lo más cercano que ella tenía a un círculo de amistades.
Su arte fue muy dinámico y cambiante a lo largo de los años. Tan joven y ya se podian notar varias diferentes corrientes por las que pasaron sus piezas, como su etapa monocromática (aunque todos sabemos que su colección de El vuelo de Sodemberg no lo es realmente) o su estapa de arte interactivo, que es una de las corrientes donde ella fue muy inovadora . Pero una constante que logró mantenerse fue la de las temáticas de sus obras que en general consistían en la autoreferencia y en las razones del ser.
Como ya se mencionó en un comienzo, Jaqueline Torrazo cometió suicidio. Esto sucedió en su departamento en Granada un par de días después de haber cumplido los 27 años, el 4 de abril de 2020 y fue encontrada un día después por quien parecía ser su amante, quien será referido en este ensayo como Cristóbal. Ahora, lo interesante de la situación no es el suicidio por si solo. Su suicidio creó una pieza de arte, o por lo menos, eso parece ser. Ha llegado el punto en el que se tiene que describir lo que hizo Jaqueline Torrazo: Primero colocó un lienzo blanco y sin pintar de aproximadamente 1.10m por 1.85m a sus espaldas; después lo firmó en la parte de abajo como siempre solía firmar sus obras, firmando J. Torrazo en letra manuscrita. Finalmente, se sentó en una silla de tal manera que el lienzo estuviera detrás de ella, colocó una escopeta dentro de su boca y tiró del gatillo. El resultado fue que partes de su craneo y sus sesos, bañados en sangre y plomo, colisionaron contra el lienzo y allí quedaron plasmados. Al principio parece ser simplemente un acto brutal y sin sentido cometido por una persona suicida y enferma de la cabeza pero las consecuencias y lo que más tarde significó es algo jamás visto en la hisoria del arte y la humanidad.
En cuanto llegó el equipo forence a la escena del crimen se preservó tal y como la encontraron. En el buró que se encontraba junto a la cama de Jaqueline Torrazo había una nota en la que ella explicaba el porqué de su muerte, algunos dicen que es una especie de manifiesto para este acto “artístico” sin precedentes. En la nota que escribió a mano la joven Jaqueline Torrazo, se explicaba que para ella el arte era la vida misma y había que vivirlo y que, por lo tanto, tenía sentido morir por lo mismo. Ella decía que la vida no tenia modo de trascender por su propia naturaleza pero que el arte, en cambio, sí. Jaqueline alegaba haber encontrado la manera y el momento preciso para fucionar tanto el punto más alto de su vida con una expresión artística y así dejarle al mundo una pieza, una obra en un soporte material en el que viviría “eternamente” la esencia de Jaqueline (tal vez de forma muy literal). En esa misma nota expresó sus deseos de que se conservara el lienzo tal y como había quedado. Además, poco después salió a la luz su testamento, el cual apoyaba esa misma noción pero con el respaldo legal que éste proporcionaba. El testamento dejaba a Cristóbal, su amante, todos los derechos patrimoniales del lienzo y lo que éste contenga. Jaqueline Torrazo no era ignorante. Ella bien conocía la ley de la ciudad de Granada y sabía que no estaban legislados asuntos como este, en los que se hereden partes corpóreas de alguien que ha cometido suicidio.
Una vez que se terminaron todos los procesos legales, Cristóbal quedó como el dueño legítimo de la pieza, aunque Jaqueline Torrazo se mantuvo como la dueña de los derechos morales. Cristóbal decidió poner en subasta la pieza poco después. Para ese entonces, el incidente de Jaqueline ya había tenido mucha cobertura por parte de los medios y se conviertió en un fenómeno dentro de la comunidad artística. Se hablaba de ella tanto en la radio y la televisión como en blogs y páginas de internet, y no olvidemos mencionar instituciones como las universidades más prestigiadas de Europa y América. Naturalmente, en cuanto la pieza se puso en subasta, muchos coleccionistas fueron tras ella. Terminó vendiéndose por $53.4 millones de dólares, colocándola en el lugar número 57 de las obras más caras vendidas en subastas. El comprador fue el multimillonario hombre de negocios y coleccionista, Steven A. Cohen . Él decidió dar un tour mundial con la obra, llevándola a lugares estratégicos donde se congregan las personas e instituciones relacionadas con el arte más importantes de la escena. Se esperaba poder ponerla en exhibiciones temporales en diferentes museos del mundo. Muchos se negaron a ponerla en exhibición por cuestiones éticas y morales, ya que muchos lo consideraban un insulto al arte o incluso a la memoria de Jaqueline Torrazo. El gran puñado de museos que se aventuró a darle alojo temporal dentro de sus instalaciones experimentaron días con altos números de visitantes. Una de las exhibiciones más memorables fue la del museo Tate de Londres donde se rompió el récord de más visitantes en un solo día, ya que la pieza se mantenía en los museos por no más de tres días, normalmente fines de semana.
¿Qué hace tan diferente a esta pieza de otras? ¿Por qué se convirtió en el fenómeno artístico que es hoy en día? ¿Incluso podría considerarse arte? Estas preguntas se escuchaban una y otra vez, una y otra vez.
Estan los que opinan que no lo es: ellos dicen que no lo es porque se jacta de ser arte tan solo por estar utilizando los medios pero carece totalmente de lenguaje. Al mismo tiempo carece de técnica y la artista no tuvo que ver en el resultado estético de la pieza ya que los cesos, la sangre y la pólvora no comunican nada por si solos, no significan nada. Estas personas se fijan únicamente en el lienzo, sin importarles la acción detrás de él. Además, incluyen problemas éticos y morales que cuestionan si la obra promueve el suicidio.
Pero, ¿qué hay de quienes dicen que sí lo es? Para empezar, hay que situarnos en el arte contemporáneo y tal vez ahí se encuentre alguna validez. El arte tiene forma y contenido. En este caso el contenido de la pieza, que es lo que Jaqueline Torrazo quiere comunicar, se puede reducir a su filosofía que consiste en la estética con la cual se está diciendo que la vida es efímera pero el arte no, y por lo tanto el arte es la única manera de trascender la vida. Su forma son los medios con los cuales lo comunica. Para entenderlo mejor habría que hablar de los movimientos artisticos que han expandido los horizontes de la forma. Por ejemplo, primero tenemos a los dadaístas quienes se caracterizaron por rebelarse en contra de las convenciones artísticas y actuar en base a la negación. Después vino el arte performance que consiste en las acciones de un artista, en un espacio determinado y durante un tiempo concreto y, por supuesto, la interacción con el público. También tenemos el movimiento fluxux que pretende expander los límites de las diciplinas artisticas al implementar elementos y lenguajes que son ajenos en principio, donde el lenguaje no es el fin, el medio lo es. Véase el trabajo de Takehisa Kosugi , autor de la pieza musical Music for a Revolution que consiste en una partitura en la que se lee: “Scoop out one of your eyes 5 years from now and do the same with the other eye 5 years later.”
También esta el arte acción que sostiene que mientras el arte tenga cierta forma y cierto contenido, algo que decir y un medio por el cual decirlo, entonces es arte. Desde ese entonces han surgido una variedad de corrientes y formas artísticas que han puesto en cuestión al arte y la manera en la que se crea. Viendo el acontecimiento de Jaqueline Torrazo con esa perspectiva, no es una idea nueva en su totalidad, y sin embargo la esta llevando a una acción muy lógica que cabe muy bien dentro del paradigma del arte contemporáneo. Además, no se puede ignorar el hecho de que es la primera obra artística que le costó al autor su vida y que encima de eso es visible dicho acto.
Además, esta pieza fue catalizadora de una nueva corriente artística que se titula arte terminal, la cual coloca a Jaqueline Torrazo como su concebidora. Poco después de la gira mundial que se le dió a la obra, que por cierto se mantiene sin nombre a la fecha, comenzaron a surgir varios incidentes en los que la gente cometía suicidio con el fin de crear una obra artística; como lo fue en el caso del artista Iñaki Martinez, quien se congeló en una tina transparente llena de agua hasta su muerte, o el caso de Cassandra Yillian al colocar un lienzo blanco en la calle y después saltar sobre él desde un decimotercer piso. El valor de estas últimas dos piesas y sus similares puede ponerse en cuestión pero no hay duda de que la importancia y trascendencia del trabajo de Jaqueline Torrazo quedará inmortalizado en los libros de historia.